martes, 9 de julio de 2013

Manual para divagar

Quizás la necesidad de desahogo se encontraba allí, latente, esperando a encontrar la manera de ser canalizada. La idea de escribir esto para desahogarme me fue casi que involuntariamente traído por un viejo compadre con el que ya no sé cuantas historias he creado. Desahogarme ante los ojos de un extraño, en vez de alguien al que le tengo confianza, o será que alguien de confianza va a leer esto, o tal vez solo lo escribo para mis propios ojos y el papel tapiz de un blog visitado por casi nadie. Preguntas sin resolver, tal vez, pero que al fin y al cabo no necesitan de una respuesta. La necesidad de escribir en clave, y dejar que cada quien interpreté lo que le dé la gana y saber que tal vez se le comunico algo a alguien de lo que se tenía en mente, pero sin que se dé cuenta.

Escribir sin mencionar nombres, para proteger a testigos y culpables sin culpabilidad alguna. Así es como había que proceder. Sensación de caos, constante, tantos signos de destrucción en todas las habitaciones y en uno mismo. Tristeza, combinada con efímera alegría, son tiempos extraños, y es difícil saber qué sonido producirá el lado B del cassette de un año, cuyo lado A suena mohoso, distorsionado…feo. El lado B empieza a sonar, y asusta un poco por que se oye una pobre calidad de sonido, pero al mismo tiempo breves lapsos de sonido envolvente.

Sensación de fracaso en la boca, sensación de fracaso por haber ocultado parte de la esencia necesaria para determinar al individuo que le hace a uno ser único e irrepetible, sensación de fracaso por haber sacrificado y mancillado los ideales a cambio del placer de un coctel químico cerebral, sensación de fracaso por haber creído que algo estaba mal, cuando realmente nunca lo estuvo, el dejarse engañar por una ilusión…pero a todo el mundo le pasa ¿no? Sensación de fracaso por no lograr entender que la distancia aun sigue equivaliendo a tiempo y que si se quiere vivir la subestimada pero inigualable experiencia de la socialización primaria, no hay invento ni juguete de cables y principios difíciles de entender para el vulgo común que la pueda reemplazar. Sensación de fracaso por no lograr hacer a ese ser querido abrir su mente un poco más, y darle a entender que realmente no tenemos ganas de ser ese perro que persigue su cola sin motivo alguno. Que realmente creemos con mucho fervor que otro mundo es posible, que si queríamos dar un paso enfrente, la idea era que tomaran nuestra mano, no que nos pusieran en la mesa un papel con argumentos insostenibles que simplemente se sienten como un intento de burlarse de nosotros y jugar con nuestra frustración en el proceso.

Sensación de fracaso en la mente. Por que se creía haber encontrado a ese ser humano capaz de sentarse en una banca a observar el lienzo en blanco que se tiene en frente. En ese lienzo la idea es crear un espacio, un espacio en donde se puede crear un vínculo basado en la intimidad y la estrechez con ese otro. Un vinculo intangible, espiritual (algunos querrán llamarle así) y necesario, si realmente se quiere que los engranajes del reloj funcionen bien, pues el reloj no tiene que funcionar perfectamente, creo que muchas cosas en esta vida no necesitan funcionar perfectamente, pero si de una manera optima, que permita la estabilidad.

No soy yo, es usted. ¿Es pecado mortal permitirse decir lo anterior, e inclusive sentirse bien si se dice con un poquito de arrogancia?

Sensación de confusión en la mente. ¿Alguna vez se han sentido estafados? Yo también. Realmente a veces no se sabe a dónde ir, cuando se ha intentado dejar todo claro como el agua, nada de sorpresas a mediano, ni a largo plazo. La honestidad ante todo decían. Ninguna acción demasiado sorprendente tendría que aparecer, ninguna ideología muy fuera de tono tenía que llamar la atención, porque ya se había anunciado con bombos y platillos al inicio del desfile como iba a ser la logística del viaje. Sinceridad, tan pura, tan directa que hasta podía dar asco…y no solo llevada al plano dimensional con palabras… ¡sino con acciones! Y aun así, después de haber tomado las precauciones… llego la estafa. Perfecta por ser inexplicable e ilógica, por eso fue tan perfecta.

Y a pesar del fracaso y la estafa…los cuales vienen de la mano con la ira…. la tristeza. El miedo a no encontrar ese elemento que hacía que la estafa valiera la pena. Maldito sea el ser humano por ser animal de costumbres. No todo fue estafa, hubieron momentos en la transacción en los que había complicidad, autenticidad, lo genuino no fue una ilusión… y es eso lo que hace falta después que el hacha cae. Hacha rápida, de corte semi-perfecto. Bendito sea el hombre por ser animal de costumbres.

Desahogo necesario, casi que duele. A veces llega la responsabilidad a tocar la puerta, no estaba descartado que viniera a darse una vuelta, pero no nos habíamos preparado psicológicamente del todo para encararla. Ella no pide permiso, simplemente entra, se tira a nuestros hombros, si la cargamos o no, ya eso es decisión enteramente nuestra. Pero en este momento abandonarla no es ni la más remota opción, pues en este momento lo último que se necesita nuestra psiquis es desencadenar otro efecto dominó.

Desahogo rabioso, porque es cansado estar oyendo constantemente como hay que entregarle la voluntad al ser mítico e intangible que rige las vidas de otros. Ese ser con el que la mayoría de veces no tengo problemas, pero de cuando en cuando… se arma el debate. Cansado de oír lo grande y misterioso que es su plan, cansado de que me pidan dejar todo en manos de alguien de quien no podemos entender nada de lo que hace pero justificamos con un argumento tan tautológico que aun no sé cómo no todo el mundo se ha vuelto un neurótico compulsivo (o será que en realidad todos somos neuróticos compulsivos a nuestro modo… ya eso es otro tema). Respeto mucho la decisión de aquellos de formar un vinculo con su lado intangible que les guía en un camino llamado “vida”, pero me es difícil tolerar la constante propaganda, tanta irreverencia. Y a pesar de que es difícil de tolerar, lo agradezco, pues aunque no significa casi que nada para mí, se que significa mucho para el otro; y al fin y al cabo…aunque no signifique nada para mí en otros momentos de mi realidad, para efectos de este momento en especifico termina tomando un verdadero valor. Pero quienes realmente me “conocían” por un poco de respeto, lo último que deberían haber hecho era jugar con esta mierda en mi cara, parecía una burla, lo esperaba aun de algunos, que sabía que no iban a entender. Pero no de ciertos cuya mente pensé un poco más comprensiva, un poco más solidaria, y sin embargo a veces parecen creer, bajo algún orden de pensamiento que no se puede calificar de otra manera que no sea “estúpido”, que su acción puede ser coherente, deciden provocar, meter el dedo en la llaga. El fin con el que se hace ser esto parece que raya entre la peligrosa ingenuidad y las deliberadas ganas de molestar.

Desahogo rabioso con uno mismo, porque a veces no se encuentra a alguien que tolere lo que uno tiene que decir. Y esa persona que era la única que quedaba se vuelve inviable. Miedo a hablar, a mostrar lo que realmente se lleva por dentro, simplemente por lo agrio que se vuelve el pensamiento de convertirse en una caricaturización muy oscura de algo, el temor al ver que unos ojos que muestran sentimientos sinceros se pueden apagar al darse cuenta que se acarrea con mucho veneno debajo de lengua.

Sensación de tranquilidad, porque por nuestras decisiones tarde o temprano parecen llevarnos a un momento que se vuelve justamente lo que necesitábamos. Un momento en el que realmente nos damos cuenta que hemos vuelto de un largo viaje, cansado, en donde se acarrea una sensación de haberse desgarrado por dentro, la sensación de haber venido cargando por un valle algo que se fragmentó hace tiempo atrás, pero cuyos pedazos han vuelto a su posición original, sin embargo aun se encuentran frágiles…estables…más estables de lo que creíamos, pero de alguna manera…aún frágiles. Sensación de tranquilidad porque hemos podido mirar a los ojos a alguien y hablarle y sentimos que nos conocíamos de todo una vida, que compartíamos un cariño demasiado honesto para ser verdad, y que ninguno de los dos creía en el cliché del sentimentalismo, y encontraban absurdas las reminiscencias de un romanticismo, que muchas veces a lo único que ayuda es a confundir la mente de aquellos que son felices encadenándose a un mundo que les promete más azúcar de la que el organismo debería recibir. No hay nada como la vibra de complicidad fluyendo en el aire, he ahí donde está la verdadera magia, en el factor inesperado, no en el gastado gemido de los libros que divierten a aquellos que son fáciles de entretener.

Sensación de tranquilidad, por haber tenido el valor de haber salido de un círculo vicioso que muchas veces lo único que logra es demostrar que somos complejos, irreverentes, que somos una paradoja. Sin embargo lo problemático no es ser complejos, lo problemático no es ser irreverentes, inclusive no creo que sea problemático ser una paradoja, Lo problemático está en agarrar estos rasgos como vehículos para permitirse ser nocivo para la salud de uno mismo.

“Próxima estación: Esperanza”, así es como estamos, agarrados de los pies de un objeto indescriptible del cual sentimos que va alzando vuelo…lento…pero majestuoso, a través de las ondas radiales de las calles decadentes de algún bar cercano y olvidado en nuestra ciudad. Todo va fluyendo, en hermoso desorden; acompañado por el humo que llena a los pulmones de un calor que permite a la mente pensar otras aristas de las problemáticas.

Sensación de preocupación, por haber querido derramar una lágrima, pero encontrarse fisiológicamente incapaz de hacerlo. Sensación de alegría por habernos dado cuenta que habíamos pasado varias noches en soledad a pesar de estar rodeados de cuerpos y rostros, pero nunca nos sentimos realmente solos, porque nuestra presencia era lo único que realmente ocupábamos para sentir tranquilidad. No significa esto una señal de empalagoso egocentrismo, sino una señal de formación de carácter, de domesticación de los temores.

Este es el fin… por ahora, un tanto abrupto, un tanto chocante, un tanto interesante. Así es este viaje ¿no?

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